Hoy nos vamos hacia la Montaña de Chimia, en Teguise, porque a sus pies se encuentran las antiguas caleras u hornos de cal, hoy restaurados, los cuales queremos visitar.
La isla de Lanzarote siempre ha sido rica en caliche o piedra caliza. De esta piedra se extrae la cal y en la antigüedad esta cal se usaba en la construcción como cemento o como desinfectante para depurar el agua almacenada cuando se introducía en los aljibes.
Hasta mediados del siglo XX su exportación era parte de la economía insular y por este motivo los hornos de cal o caleras están esparcidas por toda la isla.
Las caleras eran grandes hornos donde se horneaba la piedra para convertirla en polvo.
Las caleras eran construcciones sencillas de piedra y barro, de forma cónica y a cielo abierto. Constaban de una pequeña entrada donde se colocaban las piedras y una rampa exterior hacia esa entrada para el transporte de piedras. El horno era de forma tubular de unos seis u ocho metros de profundidad. El empedrado del techo del horno eran piedras colocadas en cuña que aparentemente se sostenían sin cal o cemento.
La industria de la cal comenzó su decadencia en los años sesenta con la llegada de nuevos productos a la isla, como el cemento. Al quedar inutilizadas estas caleras, su abandono las llevó a la ruina y la mayoría de ellas están tan destruidas que las nuevas generaciones no saben lo que son si acaso se encuentran con ellas.
Las caleras de Teguise se han restaurado gracias a un convenio entre el Ayuntamiento, el Cabildo de Lanzarote y los fondos del Leader II de la Unión Europea.
©Mario M. Relaño 2021
No sé si no salió mi comentario o está por moderar.
ResponderEliminarPues comenté...
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