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domingo, 7 de marzo de 2021

El asesinato de Teseguite

 

Esta vez los tajines decidimos hacer un picnic en el floreado campo de Lanzarote. Era como un día de primavera pero en el mes de febrero. Al pasar por el camino de jable desviándonos del pueblo de Teseguite, vimos la casona antigua a nuestra derecha y quedamos en que a la vuelta pararíamos para verla.

Y así fue como, después de una comida con siesta incluida, al regreso paramos al borde del camino para ver la casa, la cual aún conserva la fachada en su integridad pero no así su interior totalmente derruido. La propietaria de esa casa era María del Rosario Cruz Bello. Y esta es su historia.

 


El 8 de mayo de 1919, alrededor de las nueve y media de la noche,  Luis Hernández, Marcos Concepción Pérez y Tomás Valiente Morales, tres jóvenes de Lanzarote que llevaban días de fiesta y borracheras y que se quedaron sin dinero, decidieron acercarse a la casa de María del Rosario Cruz a robarle. Ella tenía una tiendita y era sabido por todos que allí guardaba la recaudación. Al tocar uno de ellos a la puerta y asomarse ella por una de las hojas de la ventana, la tomaron por los pelos y la degollaron con una navaja. Allí dejaron el cuerpo de María desangrándose mientras registraron la casa hasta conseguir llevarse cuatrocientas pesetas.

Una vez descubierto el cadáver e iniciadas las pertinentes investigaciones, todas las sospechas recayeron en los tres jóvenes, pero al ir a buscarlos, estos habían desaparecido. Entonces, el juez decide investigar a la hermana de María del Rosario, Petra, con la cual no tenía buenas relaciones en el momento del suceso. El juez decide condenarla a ella, sin pruebas, y encerrarla en prisión.

A partir de ese momento, comienza el calvario de Petra Cruz, la hermana. En prisión recibió torturas, palizas, vejaciones y violaciones constantes. Tanto fue que quedó embarazada, tuvo un hijo en la cárcel al que se llevaron al hospicio y del que nunca más se supo. Petra, agotada, quedó enajenada y fue entonces cuando decidieron llevársela a un manicomio de Las Palmas.

Allí murió la inocente Petra, atada a unas cadenas y con los ojos abiertos, como si estos se salieran de sus órbitas. Pensando que estaba endemoniada fue enterrada en una fosa común.

 





Mientras tanto, el caso se reabrió y se procedió a detener a dos de los culpables. Él tercero hacía ya tiempo que se había fugado a Argentina. Poco tiempo estuvieron en prisión. Pasados unos meses llegó un indulto del Gobierno de Primo de Rivera. Siempre se supo que estos tres individuos habían trabajado para los caciques de la isla.

 

Desde entonces, la casa de María Cruz permanece abandonada. Nunca se consiguió vender pues aún en la isla se piensa que está maldita.

 

©Mario M. Relaño


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